Otra búsqueda frustrada (II)
- Guillermo García
- 16 dic 2019
- 13 Min. de lectura
Actualizado: 27 oct 2020
Por:Guillermo García
Una prioridad para el país
No se trata de números, no se trata sólo de datos,
hay miles de familias detrás de esta información
Karla Quintana CNB
(Las fosas, los muertos, la Fiscalía)
Según cifras oficiales, desde el año de 2006 a la fecha se encontraron un total de 3,024 fosas clandestinas en México, con 4,974 cuerpos. Los estados con el mayor número de fosas son Tamaulipas, Chihuahua, Guerrero, Sinaloa, Zacatecas y Jalisco. Según datos de Excélsior, durante la actual administración son Colima y Veracruz los estados donde más fosas clandestinas se han encontrado, con 96 halladas en cada uno.
Aunque desde el principio de la administración actual se ha reconocido el problema de los desaparecidos como prioritario, no ha habido mucho avance en lo que al tema se refiere. Durante este 2019 se logró que el número de comisiones de búsqueda incrementara a 25 distribuidas en la república mexicana, y según la Comisionada nacional, para el mes de octubre ya todas contarían con subsidio.
En el caso de Colima se aprobó un presupuesto de 1 millón 100 mil pesos, para el 2020, a los que se sumarán 11 millones de pesos que aportará la Federación.
Pero eso no acabará con el problema, la falta de presupuesto es sólo uno de los muchos aspectos por atender: hay que fortalecer el Sistema Nacional de Búsqueda, las Fiscalías, las Comisiones Locales de Búsqueda, la Comisión Nacional y hasta las fuerzas de seguridad que acompañan a las familias, como dijo Quintana en entrevista para el Heraldo de México.
Santa Rosa
Santa Rosa fue ¿cómo te digo? Esa aguja en el pajar. Fue pura chiripada. Es la tercera vez que veo a Lupita. Me citó en una lonchería. En el pequeño local no hay nadie. El lugar está por cerrar. Un hombre pasa por la banqueta empujando un diablito sobre el que se alza una torre de colchas dobladas con cuidado, se detiene en la entrada y nos mira con atención: ¿colchas, seño? Pregunta discreto y Lupita responde ahorita no, muchas gracias. El vendedor se queda parado al sol con su diablito; revisa el menú con los precios pintado en la barda detrás de nosotros. ¿Y tortas de qué tiene? Ya no hay nada, ya van a cerrar, responde Lupe. El sujeto se va. Aquí afuera han venido así, como este muchacho a amenazarme. En ese momento le pido que me espere, saco la grabadora y comienzo a grabar.
Las fosas de Santa Rosa se encuentran de chiripada, porque haz de cuenta que tenían secuestrada a una mujer y a una niña, la persona a la que mandaron a ejecutar a estas personitas se las lleva a Tecomán, llega a Santa Rosa pero en lugar de matarlas se arrepiente y se regresa con ellas.
Santa Rosa es el hallazgo de mayor importancia en Colima cuando de narcofosas se habla, fue noticia nacional. La información proporcionada a los medios fue la siguiente: 49 fosas con 69 cuerpos (de los cuales algunos llevaban ahí hasta más de cinco años) en una propiedad privada cuyo dueño desconocía las actividades que allí se realizaban debido al abandono en que la mantenía.
Era sitio de ejecución y de entierro. El hombre se las llevó vivas, la orden era matarlas y enterrarlas ahí mismo, pero no pudo; decidió regresarse con ellas a Los Limones, pero para esto, había ya una búsqueda muy intensa, ya habían ubicado el punto en que las tenía secuestradas. Y nada, que cuando llega de nuevo a Los Limones, los oficiales al reconocerlo abren fuego, hieren a la señora, y el sujeto este agarra a la niña y con su cuerpo la protege hasta que los policías dejan de disparar. No pasó nada grave, sólo un par de heridas. El punto es que lo detienen y es él el que lleva a la Fiscalía a donde estaban las fosas de Santa Rosa. Él habla y dice dónde estaba toda la gente que mataban y enterraban, se arrepintió.
Los puntos de ejecución y de entierro no son algo nuevo dentro de los grupos criminales. La mayoría cuentan con sus campos de exterminio particulares y tienen sus propios métodos para desaparecer. Enterrarlos es sólo uno de ellos, el más burdo, por decir algo. Los hay quienes los queman y quienes prefieren disolveros en ácido, existe tanta variedad como el sadismo lo permita.
La selección de los lugares es simple pues comúnmente utilizan puntos en zonas alejadas a las que la población en el diario no presta importancia: lotes abandonados, basureros, brechas. Pero no es propio de los sitios como esos, también han llegado a utilizar unidades habitacionales dentro de fraccionamientos con familias que son transitados constantemente. Tan sólo el 22 de junio de este año se encontraron cuatro cadáveres dentro de tres fosas en una vivienda en Manzanillo.
Se hace el movimiento van, ubican. Se llama a la Comisión Nacional de Búsqueda, a Karla Quintana y a Alejandro Encinas, y aquí pues recurren al colectivo. Fiscalía en ese momento nos llama y nosotros nos fuimos. Nos habían citado para una ‘reunión’ pero la reunión se convierte en una expedición a las fosas. Es ahí cuando comienzan a reconocer al colectivo, cuando se comienza a saber que en Colima también había gente que buscaba a sus hijos; fue un golpe de suerte.
Hasta ese momento en Colima no se habían encontrado narcofosas. Se habían encontrado fosas clandestinas con dos o tres cuerpos, pero no se había encontrado un lugar que diera la certeza de la existencia de puntos estratégicos del crimen para la ejecución o el depósito de restos humanos. El tema no alarmaba, no preocupaba a las autoridades. Santa Rosa es el hecho que nos hace estrellarnos forzosamente contra la realidad. Representa la existencia de cárteles, la existencia de campos de exterminio en el estado. La existencia de una realidad violenta que a diario avanza entre nosotros, que está aquí y que no nos abandona nunca. Además representa el “nacimiento” oficial del colectivo, pues hasta ese entonces no eran reconocidas oficialmente.
Después de eso comienzan a efectuarse las búsquedas con el apoyo de Fiscalía, ya que hasta ese momento las realizaban solas.
- Pero yo siento –y te quiero hacer énfasis en esto– que vamos a volver a las búsquedas sin Fiscalía
¿Y no les da miedo volver a las búsquedas solos?
No, porque no vamos a buscar cuerpos; vamos a recoger basura, a limpiar espacios. ¿por qué hallamos un cuerpo en la carretera a Tecomán? Porque estábamos recogiendo basura. Vamos como cinco, seis o siete personas con costales y varilla.
Y a ti que la mayoría de la gente te ubica ¿no te da miedo que te hagan algo?
Pues no, porque ellos ya saben quién soy y saben qué hago. Saben que no busco culpables. Mira, al que me vino a amenazar lo conozco, y lo conozco tan bien, que sé que no puede hacer nada
¿Cómo te amenazó, Lupita?
Así, vino y me lo dijo de viva voz, que mejor ya ni le moviera porque tenía hijos, y que si le seguía, me iba a tocar llorar lágrimas de sangre; pero yo le recordé que me faltan dos, y además yo tengo un pacto con El Toro.
¿Cómo? No entiendo
Sí, mira; yo ya encontré a mi hermano, pero faltan dos; bueno, de faltar faltan muchísimos pero a mí me faltan dos, son hijos de unas amigas que ya no pudieron seguir buscando, así que ahora me corresponde a mí seguir buscando hasta que los encuentre.
¿Entonces también adoptas desaparecidos?
Sí, también.
El Toro
Lo conoció en la preparatoria y siempre fue el mismo. Torpe, brusco. Pero ahora tenía algo de diferente. Por aquellos años era Zubillaga el que se encargaba de cuidarle las espaldas: le hacía la tarea a cambio de un pago constante que habían acordado y el otro no reprobaba. Por eso terminó la preparatoria. Pero el tiempo todo lo cambia. Ahora Zubillaga atendía su veterinaria sobre la Maclovio Herrera, y ya no cuidaba más las espaldas del Toro, para eso estaban los cinco hombres que entraron detrás de él a la reunión de exalumnos del CBTA 148.
Lupita lo vio llegar. Aquel se abrió paso mientras los hombres que con él entraron se distribuían por el salón. Llegó a la mesa de Lupita.
Primero lo tomaron a chiste, ver a aquella persona escoltada y vestida de manera ostentosa con afanes de humildad los hizo pensar que se trataba de algún personaje de la política ¡total! ¡Perfil siempre tuvo!
Una vez en la mesa comenzó a hacer chistes con los excompañeros y todos se pusieron al día; conforme la conversación avanzaba también lo hacía su intensidad. Lupita estaba nerviosa, sólo ella y otra compañera habían sido las mujeres que egresaron con la generación, se sentían incómodas ante tanto hombre; pronto Toro comenzó a hablar de dinero al exceso, de lujos y drogas. La compañera de Lupita decidió abandonar su lugar en la mesa, Lupita quería hacer lo mismo pero no se decidía entre la curiosidad o el miedo.
Observaba, sin decir mucho, las palabras de Toro, sus movimientos; eran los de alguien que acostumbra estar por encima de las reglas, pero igual obedece órdenes; era la serenidad con que del exceso habla quienes se dan al derroche lo que lo evidenciaba, claramente se dedicaba al narcotráfico, pero ¿cómo preguntárselo? ¿Cómo es que lo dicen? Es algo que solo se alcanza a entender, y que una vez que lo percibes no tienes interés en precisar.
Toro paró de hablar, alzó la mano y uno de los sujetos que con él entraron se acercó. Toro le pidió una cerveza y aquel fue a buscarla.
Lupita no pudo contenerse, en lo que el otro iba y venía con la cerveza, preguntó de golpe ¿Eres narco, verdad?
Como lo dije antes, revelar las especificaciones del oficio resulta innecesario y hasta incómodo para muchas personas; tan pronto soltó la pregunta, los compañeros de generación comenzaron a buscar pretextos para salir discretamente de la situación.
Lo negó; después de un momento de insistencia su respuesta fue: Mira, yo no tuve nada que ver con lo de tu hermano.
Lupita era buscadora. Toro era líder del cártel que se encargaba de la distribución de droga en el municipio Villa de Álvarez; las desapariciones son una consecuencia inmediata de la lucha entre cárteles y un mecanismo de poder con el que mantienen el control de sus zonas a través del miedo.
-Eso vino de Coqui, y ya sabes quién fue. Yo allá no puedo meter mano.
-Entonces dime en qué lugares de La Villa tienen fosas, nada más queremos recuperar a los cuerpos.
-Eso no lo puedo hacer, si te digo te hundes- Fue la negativa de Toro.
Esa misma noche Lupita logró pactar con él. Toro le prometió que nadie se metería con ella, y sólo le pidió a cambio que fuera cuidadosa con sus búsquedas. Lupita prometió que apenas encontrara a los que le faltan dejaría de buscar.
Eso es lo que recuerda, las imágenes aparecen claras en su memoria y ella las relata despacio, sin apurar las palabras.
¿Cuántos son los asentamientos que tiene el narco? ¿Cuántos puntos de ejecución y entierro existen? ¿Por qué siendo Colima un estado disputado por las organizaciones delictivas ha sido Santa Rosa la única gran fosa encontrada y el resto no superan los cuatro cuerpos? ¿Por qué no aparecen los desaparecidos?
Nota: En la actualidad Toro ya no dirige el cártel. Aún con ello, Lupita dice no tener problemas. Sea quien sea el cabecilla, igual ya la ubican.
Sobre el apoyo de Fiscalía
El apoyo es confuso; más bien parece un mecanismo de control sobre las búsquedas ¿por qué son ellos quienes delimitan los espacios? ¿Por qué ponen tantas trabas?
La siguiente búsqueda será en Tecomán. Justo a espaldas de Santa Rosa. Según Zoe, la chica que se encarga de administrar la página del colectivo en Tecomán, han estado llegando repetidas denuncias anónimas que alertan sobre el movimiento constante de personas y automóviles en una propiedad abandonada y, tomando en cuenta la ubicación del lugar, hay los motivos suficientes para sospechar sobre posibles fosas.
Fiscalía, por su parte, intenta retrasar la búsqueda tanto como sea posible. El lugar había sido indicado previamente por ellas, pero no fue sino hasta ahora a través de las múltiples denuncias que se verán obligados a realizarla. Argumentan temer por la seguridad del colectivo. Pero el colectivo no lo entiende: sí, Tecomán está pegado a Michoacán, pero se supone que para eso el municipio cuenta con su cuerpo de seguridad y además, ¿no se supone que van ellas acompañadas por cuerpos especiales capacitados para hace frente a cualquier tipo de enfrentamiento?
Tienen miedo, Lupe sabe que tienen miedo. Ya los conoce, no es la primera vez que se niegan a acudir a un lugar en el que hay las pruebas suficientes para sospechar la existencia de cuerpos enterrados. Desde que los reconocieron como colectivo oficial de búsqueda, han estado intentando realizar una expedición a El Paraíso, pues hay pruebas que apuntan a que ahí llevaron a enterrar a tres de las personas que el colectivo busca: los levantaron juntos, dentro de la misma casa. Tiempo después algunos de los implicados cayeron, ninguno quiso declarar (mientras no haya cuerpo no hay delito), a excepción de uno, pero aquel argumentó que desconocía el terreno por nombres y mapas ya que era originario de otro estado de la república, pero aseguró que si lo llevaban él les indicaría el lugar en el que los habían enterrado. Fiscalía hasta la fecha se rehúsa bajo el pretexto de que el área pertenece a territorio federal y ellos prefieren evitarse problemas.
Entonces la situación es esa; a ellas les llegan los “pitazos”, ellas analizan, guardan sus fuentes (casi siempre acceden a hablar con la única condición de mantener el anonimato), pasan la información la Fiscalía, Fiscalía les pide que esperen pues deben hacer una “investigación” del lugar, y una vez que lo consideran prudente deciden citarlas para ir a buscar.
Fuera de eso Fiscalía pone el transporte, no piden cooperación para la gasolina y además invitan el desayuno.
Tecolapa
Durante el trayecto la preocupación era evidente, pero no sabían por qué, iban custodiadas, las acompañaban elementos de la Marina, la Fiscalía, pero el miedo se podía sentir recorriendo el aire. Silencio.
El lugar lo había indicado el colectivo previamente, pero no fue sino hasta que se realizó el hallazgo de tres cuerpos que accedieron a llevar a cabo la expedición. El propósito era encontrar al resto. Cuando les pasaron el pitazo de la fosa en Tecolapa, al colectivo le indicaron que eran cinco los cuerpos que habían enterrado, por lo tanto y según la matemática faltaban dos, y de esa lógica se valieron para acudir al lugar.
Entraron por Caleras, en la comunidad de Madrid. Había una tamarindera que se extendía por un tramo más o menos largo, tenían el indicio de que ahí habían ido a tirar a un familiar de las compañeras. Dieron vuelta hacia una brecha y cuando estaban por llegar tuvieron que detener los automóviles. Lupe preguntó qué pasaba, a un kilómetro de distancia, en el lugar al que su supone tenían que llegar para iniciar la búsqueda, unas personitas se movían sobre la caja de una camioneta, otros caminaban debajo. Era una camioneta blanca, Lupe entrecerraba los ojos y sólo alcanzaba a ver siluetas deformadas por el calor. Le resultaba difícil enfocar. El Once les pidió que esperaran y fue hasta donde los sujetos acompañado por otro oficial.
Dicen que no es para allá, que el lugar al que tenemos que ir está del otro lado; dicen que allá han visto mucho movimiento, dijo apresurado cuando regresó. Tuvieron que desviarse.
Al llegar al lugar indicado por los tipos que nadie conocía y cuyas actividades a mitad de una brecha resultaban a todas luces sospechosas el olor a putrefacción les encontró las narices para adherírseles a la garganta. Nada decían. Apestaba, era evidente, había que buscar, ¡faltaban dos cuerpos!
Descendieron de los vehículos. El terreno estaba lleno de rastros de llanta, había tierra removida por todos lados y el suelo era cóncavo en varias partes ¡estaba lleno de rastros que delatan fosas! El Once dio las indicaciones y comenzaron a buscar.
El sol los sofocaba, la maleza superaba los dos metros y algunos ni si quiera llevaban machetes, pero la peste se mantenía. Era constante el aroma a muerto y ni metiendo el dedo con Vaporub en las narices se lograba ignorar. Se detuvieron. Los policías fiscales dijeron haber encontrado la fuente del hedor: un pozo. Sí, un pozo oculto entre los desniveles del terreno y que nadie había notado sino los oficiales.
Los compañeros del grupo se reagruparon, algo tenían que encontrar. Un oficial ató una soga a sí mismo y descendió, varilla en mano, hasta el fondo del pozo con unos dos metros de profundidad.
Apenas llegar a piso firme encontró un costal y unas bolsas negras, en una imprudencia de su parte, encajó la varilla sobre las bolsas. Una nueva peste se adueñó del entorno. Era como si dos muertes se hubieran juntado en un mismo sitio y se disputaran el lugar a través del hedor. El oficial salió del pozo con las bolsas y el costal. Era una la bosa que despedía aroma, el costal y la otra bolsa estaban vacíos.
Estaba cerrada. Al abrirla fue definitivo: en cuestión de segundos la peste entró en cada uno de los rincones del lugar y de la bolsa salieron una montaña de tripas que pertenecían a diversos animales. Nada humano.
Ven, eso era lo que apestaba, dijo el Once para dar por concluida la búsqueda. Y ahí fue cuando Lupe cayó en cuenta. ¿Quiénes eran aquellos sujetos que los habían desviado? ¿y los dos cuerpos que faltaban? ¿Cuánta ineptitud era necesaria en un oficial para ser persuadido por completos desconocidos?
¿Qué podía decir? Ante cualquier alegato se le imponía una montaña apestosa de tripas. Faltaban dos cuerpos, pero habían perdido.
Una vez que salieron pudo pensar con mayor claridad las cosas, aquello había sido montado. Antes que ellas la zona ya se había estudiado cuando encontraron a los tres cuerpos. No era posible que hubiera tantas pruebas en un mismo sitio, eso correspondería a varias fosas en el lugar.
¿Y si los desconocidos de la brecha no eran completamente desconocidos? O ¿lo serían para todos?
Antes de irse revisó de nuevo, había algo de raro en las huellas ¡lo encontró! ¡Era la misma llanta! Eso solo quería decir una de dos cosas: o bien la persona que manejaba el auto apenas aprendía y lo llevaron a una brecha en Tecolapa a realizar prácticas en un lugar totalmente abandonado y desconocido para la mayoría de las personas, o dos: la persona que manejaba estuvo dando repetidas vueltas con la única intención de dejar las marcas y sembrar el rastro.
Desenterrarlos no es opción.
La primera vez fue el miedo y la falta de conocimiento lo que les hizo cerrar la boca. Fue en junio La supuesta fosa se encontraba en el municipio de Villa de Álvarez, en unas minas abandonadas a un costado del basurero. A espaldas de la colonia La Reserva. Según les indicaron, en una de las minas había un pozo que utilizaban para arrojar desperdicios. Ahí lanzaban a los cuerpos. Lupe insistió porque aseguraban que ahí habían lanzado a su hermano. Fiscalía realizó las investigaciones pertinentes y accedió-
La situación fue la misma, ya en la zona, en lugar de revisar la mina con el pozo los llevaron a revisar el resto de las minas alegando que era necesario revisar toda la zona para descartar posibilidades.
Buscaron en vano, no encontraron nada, pero aún faltaba revisar la mina del pozo; el Once les dio la orden de reunirse a comer, dijo que finalizando irían todos a la mina y buscarían ahí para terminar la expedición.
Se reunieron a comer; mientras comían, apareció la Comisionada de Búsqueda acompañada por dos oficiales y se dirigieron al colectivo: Bueno, señoras. Pues la Comisionada y nosotros ya fuimos a la otra mina y tampoco hay nada. Ni modo, terminen de comer y nos vamos.
Ahora ya no les da miedo hablar. No quieren enemigos, sólo buscan a sus familiares. Pero la invisibilización en que las mantienen impide su crecimiento y por tanto su alcance. Es injusto. No piden otra cosa que no sea lo que por derecho les corresponde: apoyo, pero apoyo de verdad, de las instituciones, apoyo del que reciben los demás colectivos de la república. Menos burocracia, más acción. Y saben que está difícil, saben que en Colima las instituciones atienden a los intereses particulares de ciertos grupos de poder. Desenterrar a los muertos ocasionaría un escándalo (ya lo dijo Guedea, si apiláramos a todos los muertos de Colima podríamos formar otro volcán), surgirían muchas dudas (recordemos que acá no sólo el crimen organizado mata), y además, nos afectaría mucho en esas cosas del turismo. Quién sabe, pues, qué pensaría de nosotros el resto de la república.
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